La primera vez que leí algo sobre
recursos humanos, fue en una revista que venía con el periódico El País, y que
a día de hoy conservo, allá por el 2007. Aparecía un artículo sobre
conciliación de la vida familiar y laboral con una serie de medidas en las que
era pionera la empresa Microsoft Ibérica. Me resultó muy interesante. Recuerdo
que pensé: menuda maravilla, tiene que ser genial poder trabajar en un sitio
así. Estoy segura de que todo el mundo trabaja allí satisfecho, motivado, con
ganas y sobre todo, a gusto. Por aquel entonces no sabía que ese tipo de cosas
estaba dentro del mundo de los recursos humanos.
Cuando entré a la carrera de
psicología, no tenía nada claro qué eran los recursos humanos. Pensaba que era
algo del estilo de la administración y dirección de empresas, trabajo de
oficina. Me imaginaba que las personas que trabajaban en recursos humanos
estaban todo el día en un cubículo pequeño, con el ordenador tecleando y
tecleando, haciendo números, cogiendo teléfonos y poca cosa más. Sinceramente,
esa idea no me resultaba nada interesante o atractiva, más bien todo lo
contrario y me dije: ese tipo de trabajo no es para mí, me sentiría ahogada, y
cierto es que el mundo de los negocios nunca había llamado mi atención. Yo
entré a esta carrera con la idea de que quería ayudar. No fue hasta el tercer o
cuarto año que empecé a ver en la carrera un resquicio de lo que podían ser los
recursos humanos y el mundo de las organizaciones y entonces pensé: parece que
no está mal.
Nunca le había dado importancia
al tema de selección de personal por ejemplo, de las cosas que se deben tener en cuenta
a la hora de contratar a alguien, el hacer una evluación de los trabajadores, ni había pensado en la importancia que tiene
un organigrama, o de las consecuencias que pueden tener los problemas de
comunicación entre departamentos o lo importante que es que una persona esté
satisfecha en su trabajo, o las características que tiene un buen líder. Y la
verdad es que durante la carrera universitaria, poco profundizaron en todo
esto, ya que, al menos en mi universidad, la carrera iba muy enfocada al ámbito
clínico.
Así pues, me planteé que ya que había pasado varios años de mi
vida estudiando una carrera universitaria que aunque estaba centrada en el
ámbito clínico, el cual no es para mí, me había costado mucho esfuerzo, lágrimas,
confusión y malas épocas, aunque también cosas buenas, algo debía de hacer con
ella. Me paré a pensar en todas las áreas que había visto, aunque fuera muy por
encima, dentro de la psicología, cuáles de ellas me interesaban y en cuáles
podía verme trabajando en un futuro. Y en ese momento, recordé el artículo de
Microsoft de la revista de El País y de lo interesantes que me habían parecido
las optativas que había dado en el último año relacionadas con los recursos
humanos.
Dibujo cutre hecho con Paint en un momento xD
Y por esa rama me decanté. Luego
quedaba pensar en qué hacer después de que el camino que te preparan y te
enseñan desde que tienes uso de razón se acabara.
Puesto que psicología es una
carrera en la que si no te especializas al terminar no tienes nada (cosa que
nos dijeron muy amablemente en una charla una vez estábamos dentro de la
carrera) tenía que pensar dónde estudiar para poder especializarme más y que no
tuviera que dejarme un riñón. Os digo ya que eso es prácticamente imposible.
Hoy en día, con todo esto de la
crisis y del alto porcentaje de desempleo, etc., las escuelas de negocios,
universidades y demás, se aprovechan a más no poder y el caso es que luego no
te aseguran poder encontrar un empleo decente y muchas veces tampoco te enseñan
nada que tú no hubieras podido aprender con unos cuantos buenos libros, y más
en recursos humanos que parece que nadie quiere dar la oportunidad a un recién
licenciado para que pueda aprender, desarrollarse
y mejorar y que sea por más de 400 –
600€. Entonces te metes a estudiar un máster de 8000€ o 12000€ con lo que, si
llega el día en que encuentres trabajo (si no me parece que estás jodido) y con
los sueldos tan bajos que ofrecen, pasarte años trabajando duro solo para poder
pagar los estudios que realizaste. Me parece una broma pesada.
Así que aquí estoy yo, dispuesta
a aprender todo lo que pueda por mi cuenta sin tener que dejarme un riñón y
luego con suerte trabajar para pagarme un préstamo de estudios y de esta manera
no poder independizarme hasta los 35, como han hecho muchos.
Y esa es mi historia en plan “antiguo
testamento”, porque me he pasado tres pueblos escribiendo jajaja :) Estoy segura de que
más de uno habrá pasado por algo parecido o igual habéis sido de los que tienen
la suerte de saber lo que realmente quieren y les apasiona antes de empezar la
universidad.